lunes, 5 de noviembre de 2012

POR MONI MUNILLA Se realizó en un kibutz de Israel el Primer Festival de Música Correntina





La noticia llegó a través de Marcelo Levitzky, correntino que hace 10 años reside en aquel país.
A más de 12.000 kilómetros de distancia, Corrientes cantó presente en un sapucay.
EL ENCUENTRO FUE ANOCHE EN OR-HANER
Marcelo Levitzky es correntino y hace diez años, en busca de nuevos horizontes, viajó a Israel, junto con su esposa Estela Kaplan y sus hijas Dafna y Maia. Claro que cuando la familia emigró, lo hizo con las típicas costumbres correntinas que al abrir las valijas, se acomodaron en la casa como si siempre hubiesen estado en ese lugar: chipá, asado y chamamé. 
Con los afectos cerca y en contacto con la gran comunidad de argentinos y correntinos que viven en Israel, el desarraigo no presentó mayores complicaciones. Se instalaron en Rishon Letzion, una ciudad ubicada a 12 kilómetros de Tel Aviv, sobre la costa del mar Mediterráneo. Tiene 250.000 habitantes y es la cuarta del país.
El motivo de esta nota es para contar, según relata Marcelo a El Litoral, que desde el año 2008 se propuso organizar encuentros culturales con sus comprovincianos y tanto creció el interés, que anoche se realizó en el kibutz OrHaner, el “Primer Festival de Música Correntina”, con una platea de lo más concurrida, ya que, sumando las generaciones, hay aproximadamente 400 “chamigos” en Israel y sin dudas el chamamé fue anfitrión del programa, con baile, canto y por supuesto ese grito que vale tanto en palabras como en silencios y se llama sapucay.
Esto es lo que dice Marcelo a través de internet: “Hace 34 años el señor Bernardo Blanco fue el promotor de estos encuentros que hoy en día quedaron bajo mi coordinación. Los artistas, son correntinos radicados en Israel y participan porque les gusta cantar.
Particularmente están las hermanas Laila y Perla Malcos, que lo hacen en forma profesional, Iche Prilloltensky (correntino por adopción, casado con Anadela Lifschitz). Los acompañan por amor a la música, Deborah Slutsky, Enrique Kirchuk, Lidia Apter y Jashele Burijovich. Y si alguien más se anima a subir al escenario, también será aplaudido”.
En cuanto al repertorio, tome nota el lector: se interpretan temas de Pocho Roch, Teresa Parodi, Am-boé, Ramona Galarza, entre otros.
“Nos han visitado muchos artistas argentinos de renombre, cada uno con su espectáculo. Mercedes Sosa, Diego Torres, Teresa Parodi, León Gieco, Charly García, Alejandro Lerner, Natalia Oreiro, Marcela Morelo, César Isella y Nito Mestre”, cuenta Marcelo. “Tengo confianza en que este festival, por ser el primero y original, va a traer nuevas visitas e irá creciendo”, agrega.

Un kibutz con
murales de José Kura
El kibutz Or-Haner donde anoche se realizó el Festival, no es ajeno a esta sección de cultura, ya que el artista plástico José Kura ha estado en Israel durante un mes, en el año 2007 junto a la muralista Daniela Almeida, realizando unos magníficos trabajos en esgrafiado. En el afiche promocional, se puede apreciar la obra de arte, en la toma fotográfica.
“El kibutz es una granja colectiva donde se reparten las tareas entre todos sus integrantes. Podés trabajar tanto en el campo en tareas agrícolas o en algunas de las industrias que generalmente poseen, como así también en las tareas diarias de la cocina, jardinería, mantenimiento, etc. Los que son profesionales desarrollan su actividad fuera del mismo. En Israel hay más de 200 kibutzim. Cada familia cuenta con su casa, pero comparten un comedor en común, cine, piscina, guarderías, canchas para practicar distintos deportes. Es como un country en la Argentina, pero el sistema de vida hace que sean todos socios, los ingresos y egresos se reparten entre sus integrantes.
OrHaner significa “luz de la vela”, está habitado mayormente por argentinos, entre ellos, los correntinos. Tiene un restaurante llamado ‘Patagonia’, donde preparan unos terribles asados”, según el comentario de Marcelo.

La fiesta de los domingos
Los correntinos han formado una comunidad lejos de su tierra natal. “Nos reunimos cada dos años en forma grupal, pero con mayor frecuencia en pequeños grupos de acuerdo a la afinidad generacional de cada uno. Lo que no se pierde nunca, es la buena costumbre de saborear unos ricos mates y degustar asado. El chipá merece un capítulo aparte, acá no se consigue harina de mandioca, por tal motivo lo hacemos con harina de tapioca o de papa, los quesos no son los mismos, pero sí muy parecidos, en mi casa nunca falta. A pesar de que mi esposa es porteña, no le quedó alternativa más que aprender a hacerlo y le sale muy bien”.
“Gracias a las telenovelas argentinas que se ven por un canal exclusivo en español, los israelíes aprenden el castellano.
Como anécdota te puedo contar que un día, mate en mano, me encontraba en una playa cebando unos buenos amargos cuando es-cucho que el guardavidas se dirige a mí por altavoz y me señala por la actitud avergonzante de ‘drogarme en público y en presencia de los chicos’. Inmediatamente me dirigí a su casilla a explicarle que se trataba de la yerba mate”.
Como la familia de Marcelo Levitzky, los correntinos dispersos por el mundo son muchos. Basta que alguien temple las cuerdas de una guitarra para que se presente el alma de don Tránsito a la vera de ese “Kilómetro 11” que acerca los lugares por los que uno anduvo de niño. Corrientes vuelve a ser entonces, “campo abierto y un mate para el sediento”.

MONI MUNILLA-EL LITORAL

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